ESCUCHA/SIENTE

Tu cuerpo es el verdadero experto en TU SALUD. Él sabe perfectamente qué alimentos digiere bien y cuáles no; sabe cuantas horas dormir para sentirse vital; cuánta agua beber; qué tipo de ejercicio le hace sentir flexible y fuerte; qué cantidad de alimento tomar y con qué frecuencia ingerirlos...
Tu cuerpo es experto es ti y se comunica constantemente contigo a través de sensaciones, emociones, sonidos, dolores, olores, sabores...
El gran problema es que NO escuchamos. Vivimos desconectados de nuestro cuerpo, como si fuera una masa a parte de nosotros.
Vivimos ante la gran contradicción de querer conocernos a nosotros a través de fuentes externas. En vez de aprender a leer los lenguajes de nuestro cuerpo, leemos libros, escuchamos teorías y esperamos que otros nos digan qué es lo mejor para nuestro organismo.
Para escuchar nuestro cuerpo necesitamos la tranquilidad, no la prisa, observar y ser paciente.
Yo diría que la razón principal por la que tenemos una relación disfuncional con la comida es porque la utilizamos para bloquear emociones.
En general, nunca nos enseñan a sentir, a manejar emociones, tanto placenteras como displacenteras y con los años se van cristalizando creencias sobre ellas.
Esta falta de herramientas para procesar las emociones hace que o reprimamos lo que sentimos, o lo dejemos salir de diferentes maneras, en situaciones y con las personas no indicadas.
Para comenzar a cobrar conciencia de las formas en que la manera en la que comes se parece al modo en el que actúas en otros aspectos de tu vida te invito a que, durante al menos un día, observes 3 puntos importantes:
- Lo que pones en tu plato: tipo de alimentos, cantidad...
- La forma de comer: rápido/lento, solo/acompañado, con calma/ con desesperación... emociones presentes al comer.
- Las creencias alrededor de los alimentos: ¿qué piensas de algunos alimentos?: son buenos, malos, tentadores, prohibidos, deliciosos, de dieta, de pobres, de ricos....
Las respuestas que obtendrás de ti observando tus platos no son ni buenas ni malas, simplemente pueden iluminarte sobre tu auto concepto, tu relación con la comida y con tu cuerpo.
Obsérvate sin juzgarte, con la curiosidad de descubrirte, de fascinarte ante los hallazgos y de tomar decisiones para vivir más sano, feliz y en paz.