Los alimentos con los que la orina huele más fuerte

09.03.2020


La manera en la que comemos influye prácticamente en todo. Es lo que nos da más o menos energía, lo que nos ayuda a fortalecer nuestros huesos, a darle un empujón al crecimiento de nuestros músculos, o lo que hace que tengamos la piel y el pelo radiantes.

Nuestra orina, por otro lado, puede ser indicadora del estado de nuestro cuerpo. Y en esto también juega un importante papel la nutrición, ya que los alimentos que ingerimos pueden cambiar el olor y tonalidad de nuestra orina. Por ello, es importante saber identificar qué cambios pueden producirse, y saber qué nos está diciendo nuestro propio cuerpo con estos.

Por un lado debemos tener en cuenta el color de esta, que puede verse alterado por multitud de razones. El doctor Manuel Angoso, nefrólogo y responsable de la Unidad de Chequeos de «Vithas Valencia 9 de Octubre», enumera los diferentes casos. Por un lado, en el caso de que observemos que nuestra orina ha adquirido un tono marrón, puede ser por tomar judías, así como antibióticos como nitrofurantoina o metronidazol. Si la viéramos naranja, podría ser por haber comido zanahorias o alimentos ricos en vitamina C. Advierte el doctor de que en algunos casos podría ser también una manifestación de una enfermedad hepática por la presencia de bilirrubina en la orina.

Alimentos ricos en vitamina B

En caso de que la orina fuera roja o rosada, afirma el profesional que lo más importante es descartar que se trate de sangre, pero en caso de que no, puede ser la ingesta de remolacha o moras. Asimismo, si adquiere un tono azul claro o verdoso, puede deberse a distintos aditivos, vitamina B, o algunos medicamentos. Por último, explica que si nuestra orina tiene un aspecto turbio puede tratarse de una infección de orina, y añade que, cuando a esto se suma ver mucha espuma, puede ser una señal de que se están perdiendo proteínas en la orina.

Por otro lado, hay alimentos que afectan al olor de la orina. Explica la nutricionista María Eugenia Fernández que los alimentos ricos en vitamina B, como pueden ser las patatas, el pavo, el salmón, los plátanos, el pollo o algunos cereales fortificados puede afectar al olor de la orina si excedemos de su consumo. Así mismo, es conocido el efecto que tienen los espárragos, ya que si se micciona después de comerlos aparece «un olor sulfuroso», así como el color de la orina vira a verdoso. Comenta la profesional que, al igual que con los espárragos, que tienen metil mercaptano, los ajos también pueden influir en la orina.

La importancia de la hidratación

La ingesta de bebidas también influye en el color y olor de la orina. El café y el alcohol actúan como diuréticos, por lo que hacen que acudamos al baño con más regularidad, y nos genere una deshidratación. Esta, la falta de hidratación, afecta también. «Al igual que orinamos con un tono incoloro después de beber mucha agua, ocurre todo lo contrario cuando nos deshidratamos. La orina presenta un tono amarillo oscuro y más olor a amoníaco», apunta la nutricionista.

El doctor Angoso explica que al igual que sí afecta a la orina, el sudor no se ve por lo general afectado por la alimentación. «Lo que sí puede suceder es que por exceso de sudoración la orina cobre un color oscuro», comenta y añade que esto sucede porque, cuando uno suda mucho y no repone de forma adecuada las pérdidas de líquido, se produce una concentración de la orina. «Esta concentración, que se traduce en un color oscuro de la orina, es consecuencia de la acción del riñón, que intentará reponer el agua perdida por la sudoración», explica.

La nutricionista explica que, en caso de notar un mayor olor corporal, este puede deberse a una dieta con exceso de proteína y déficit de hidratos de carbono. Esto «puede provocar que el cuerpo deba quemar grasas para obtener energía», y por ello genere ciertos subproductos que pueden transpirarse por la piel contribuyendo a olores «fuertes».

Por último, es importante explicar que la comida procesada también puede influir en el color y olor de nuestra orina, ya que generalmente posee grasas hidrogenadas o trans, que impiden un buen funcionamiento metabólico. «Un abuso de ella pude dar lugar a metabolitos que se excreten también por el sudor», termina la profesional.


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